“El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión.” Maimónides, filósofo y teólogo (1135-1204)
EL FINAL DE ALGO
La parálisis del gobierno para tomar decisiones coherentes ante la crisis de enorme magnitud que azota al país, no hace más que agravar la situación y marca con claridad que estamos ante el final de “algo”. Puede ser el final de este tipo de estilo de gobierno (corto plazo) o quizás de algo más importante, como el prolongado ciclo de frustraciones y fracasos políticos (mediano plazo). Estos finales son dolorosos, traumáticos, y requieren una etapa posterior de duelo para poder aceptarlo. Recién entonces puede comenzar una nueva etapa. Las personas y las sociedades inteligentes son las que consiguen pasar estas etapas de la forma más rápida y menos dolorosa posible, para lo cual primero hay que asumir que estamos ante el final de ese “algo” y recién luego comenzar a imaginar un futuro distinto. Aferrarse a lo que ya terminó no hace más que alargar la agonía. La Argentina que se “tironea” entre múltiples objetivos contradictorios, cualquiera sea la visión política del país de la que hablemos, es inviable, terminó. La pobreza, indigencia, marginalidad, violencia, y los pésimos indicadores macroeconómicos lo indican. El momento que vivimos y que vamos a vivir requiere, por parte de TODA la clase política y dirigencial del país, de grandeza, honestidad intelectual, conciencia y comprensión de la realidad de dónde estamos y qué somos como país, para que puedan ser parte de la solución y no del problema, en la nueva etapa que se viene. Hay muchos intereses de todo tipo que van a pelear por no perder sus privilegios (sociales, políticos o económicos), por lo que se va a requerir un fuerte apoyo ciudadano para hacer cambios que pueden ser dolorosos pero serán necesarios. Para así recuperar un país que valga la pena ser vivido por sus habitantes y por las próximas generaciones.
¿EL PROBLEMA ES LA IDEOLOGÍA?
La política, o mejor dicho algunos políticos, prefieren plantear la realidad en esquemas mentales sencillos. Izquierda o derecha. Populismo o neoliberalismo. Buenos y malos. De esta forma es fácil pararse de un lado u otro de la grieta, pretendiendo que todos los ciudadanos hagamos lo mismo. Pero se les está complicando este relato por la simple razón (inesperada para ellos) de que la realidad les juega en contra. Los “débiles” que dicen defender están cada vez peor. La economía que dicen que vinieron a arreglar está cada vez peor también. Echarle la culpa a “los malos” ya no resulta creíble. Pensar que nuestro país saldrá de esta mediocridad y deterioro porque alguien enuncie lo que le gustaría o porque nos cuente su ideología ya sabemos que no funciona. ¿O a alguien se le ocurre que los problemas que está generando el gobierno actual son menos graves porque el presidente Fernández se autopercibe del lado “de la izquierda social”? ¿El flamante ministro Scioli representa a la izquierda? ¿El ministro de seguridad Aníbal Fernández también? Lo nuestro no es el análisis político, pero tenemos claro que lo que seguro existe en la actualidad es una enorme falta de eficiencia e idoneidad en el uso de los recursos, que por definición son escasos. Con un gobierno perezoso que prefiere pelearse con propios y ajenos en lugar de gestionar. Si el país fuera una empresa, ya estaría fundida. Como dijo el ex presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, “cuando una empresa gasta más de lo que ingresa, va a la quiebra. Cuando un gobierno gasta más de lo que puede, te pasa la cuenta”. Pasar la cuenta quiere decir inflación, pobreza, desempleo, baja inversión y pocas expectativas de mejora. Tener gobernantes ineficientes con un “buen discurso” sólo logra un país cada día un poco peor, pero les permite a ellos sentirse seres superiores que merecen ser votados en cada elección. Penoso.
ESCALADA DE VIOLENCIA
Un síntoma inequívoco de estar en una crisis profunda es el aumento de la violencia en todas sus expresiones. El país tiene muy malas experiencias en este aspecto, y a su vez este síntoma muchas veces es “normalizado” por la sociedad durante las crisis, hasta el momento de su eclosión, donde muchas veces luego nos preguntamos… ¿Cómo no nos dimos cuenta de esto? El incremento de la violencia es física y verbal, y se potencian la una con la otra. Es por eso que en momentos como los que atraviesa el país, es importante cuidar rigurosamente las palabras y actuar en consecuencia ante un hecho de violencia, sobre todo para aquellos que poseen responsabilidades públicas.
EN QUÉ ANDAN LAS EMPRESAS AGRÍCOLAS
Tranqueras afuera, las declaraciones parciales y mentirosas del presidente, sus funcionarios y parte del periodismo respecto a “la culpa” de los productores por no vender todo su stock de granos potencian la sensación de inseguridad. La alta inflación, la disparada de todos los tipos de dólar, y la percepción de fuertes diferencias dentro del propio gobierno sobre cómo buscar soluciones a la crisis, promueven las estrategias empresariales defensivas, esperando “a ver qué pasa”.
La baja de precios de los granos, sumado a la sequía que está afectando la cosecha fina y condiciona en principio las siembras de maíz temprano, son quizás las principales preocupaciones tranqueras adentro. Aún se sostiene un alto costo de los insumos respecto a sus valores históricos, complicando la futura rentabilidad del negocio, con rendimientos de indiferencia mucho más altos. Las empresas proveedoras de insumos empiezan a dar tibias señales de preocupación al mercado anunciando que pueden faltar algunas marcas de productos específicos (para muchos existen alternativas de reemplazo con genéricos) o que puede haber alguna demora en la entrega por problemas de logística o de dificultades de importación a tiempo. Este combo de posibles menores ingresos, aumento de costos directos y aumento de costos fijos por el atraso cambiario y la inflación, empiezan a mostrar un escenario que preocupa y condiciona las decisiones de inversión.
Un tema que se está analizando en varias empresas, y no sólo en las agrícolas, es la actualización de salarios ante el incremento de la inflación, estudiando actualizaciones por inflación en períodos más cortos que lo usual. Esto es más complicado de hacer en empresas más pequeñas o que están en un rubro productivo muy castigado por la coyuntura. Pero en todas, o casi todas, el salario de la gente talentosa y trabajadora es defendida por los empresarios con mucho esfuerzo e interés.
¿ES CIERTO QUE LOS PRODUCTORES NO VENDEN GRANOS?
Como ya dijimos más arriba, el gobierno siempre busca culpables de las cosas que pasan, todo sea con tal de no reconocer su propia ineficacia. Lo último ha sido culpar a los productores agrícolas de ser avaros y ambiciosos y no vender sus granos para generar los dólares que “el país tanto necesita”. Es casi tan absurdo como pedirle a los funcionarios que vayan a sus cajas de seguridad, saquen sus dólares, y los vendan al gobierno a 135 pesos porque se necesita un gesto patriótico. Pero lo más importante es responder la pregunta…¿se han generado más o menos dólares por venta de granos respecto a otros años? Una respuesta clara la generó FADA a través de su responsable económico David Miazzo que dijo: “El sector cereales y oleaginosas ingresó en el primer semestre USD 19.145 millones, casi el doble de los USD 10.359 de 2019.En 2016-2019, el promedio del primer semestre fueron USD 11.607, es decir que en este año ingresaron USD 7.538 más”. El supuesto atraso en la venta de los principales granos en conjunto (trigo, cebada, maíz, girasol y soja) no es elevado comparado con la tiempos de venta de todos los años. Y los datos que resume Miazzo indican que al gobierno no hay dólares que le alcancen a pesar de haber tenido una “renta inesperada” por los altos precios.
EN QUÉ ANDAN LOS PRECIOS DE LOS GRANOS
Los precios de los granos en sus posiciones de cosecha han sufrido una importante baja en los últimos treinta días. Trigo -13%, Maíz -14% y Soja -7%. Las variables que “tironean” los precios siguen siendo las mismas: 1- el clima en las distintas zonas productivas del norte y sur del hemisferio, 2- el conflicto bélico en Ucrania (que informa posible acuerdo con Rusia para permitir exportar y a los dos días bombardean con misiles en el puerto de Odessa) y 3- la inflación mundial que lleva a una mayor recesión y a un aumento de tasas de interés por parte de la FED. La pregunta que nos hacíamos el informe pasado sobre quién ganaría la pulseada, por el momento pareciera que las variables económicas son las que prevalecen, lo cual no quiere decir que en un mercado “sensibilizado” como el actual puedan volver a verse alzas significativas. La recomendación es la cobertura por un porcentaje importante de la producción utilizando herramientas flexibles (opciones o ventas+opciones).
LA MACRO EN LA MICRO
La inflación del primer semestre fue superior al 35% y la proyección anual ya supera el 80% en el escenario más optimista. La salida de Guzmán y la entrada de la ministra Batakis no generó expectativas positivas y hay dudas sobre si el presidente y la vicepresidente van a tolerar un discurso de “ajuste” que va a contramano de la política distributiva que proclaman. Este ajuste incluye suba de tarifas, menor inversión pública, menores giros a las provincias, prohibición de sumar empleados al Estado, suba del 35% al 45% de impuesto a las ganancias a consumo en dólares con tarjeta, y fuerte limitación de importaciones que afectan las cadenas productivas fabriles. Ya empieza a haber faltantes no sólo en góndolas de supermercados sino en casi todos los frentes (combustible, repuestos, cubiertas, alambre, etc.). El Banco Central no puede acumular reservas y por eso sigue aumentando los cepos y las prohibiciones para que las empresas se cubran de una devaluación (CEDEARS). Y ante la falta de crédito del Tesoro (en dólares y en pesos) la única estrategia ha sido aumentar la emisión de dinero, que actúa como nafta para el fuego de la inflación, y darle a los que compran bonos argentinos un seguro anti devaluación. La alta emisión en breve debería cortarse porque excederá los límites legales que tiene el BCRA para financiar al tesoro, aunque este principio tenderá a violarse con artimañas contables o vía recompra de Letras del Tesoro. Si bien el gobierno dice que no va a devaluar, hoy lo está haciendo en forma “silenciosa” a un ritmo cercano al 80% anual. Nuevamente relato versus realidad. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los otros tipos de dólares supera el 140% y en la historia económica del país esto ha demostrado ser insostenible y es un predictor de un mayor deterioro en numerosas variables y de una crisis política asociada. El acuerdo con el FMI aún se sostiene sin cambios y, con algún dibujo, las metas del trimestre abril-junio se cumplieron. Entramos en una etapa donde todo cobra una gran velocidad, veremos medidas serias mezcladas con parches todos los días, con una macro que cobra una dinámica propia más allá de los discursos o las buenas (o malas) intenciones de los funcionarios responsables de aplicar soluciones. No serán tiempos sencillos.
NEGOCIO GANADERO
Momento contradictorio para este negocio. En el último tiempo los precios de las distintas categorías no han variado demasiado en pesos, mostrando un deterioro real de valor ante la inflación y la devaluación crecientes. El aumento de costos en las empresas ganaderas (tanto los directos como los indirectos) empieza a comerse la rentabilidad cada vez más rápido. Y la falta de lluvias en numerosas regiones está condicionando los planteos pastoriles. Pero, en este escenario, los remates han mostrado mucha demanda y precios sostenidos para reproductores (toros y vaquillonas), categoría que implica invertir para el mediano plazo. Y si bien los precios de la invernada han retrocedido levemente en términos nominales, la demanda por comprar está intacta tanto para terneros y terneras como para vientres de reposición. El que vende carne trata de comprar carne. Es parte del “esperar y ver” que se ha hecho moneda corriente como estrategia, sustentada en evitar tener más pesos en la cuenta que lo necesario. El consumo interno de carne vacuna sigue estancado en los 47 kilos/habitante/año y, ante el deterioro de salarios, parece poco probable que se recupere en el corto plazo. Las exportaciones del primer semestre estuvieron algo por encima de las 420.000 toneladas, lo que implica que cerca del 30% de la producción va a los mercados externos, ayudando a sostener el negocio, a pesar de mantenerse la prohibición a la exportación de siete cortes (lo que no ha demostrado tener demasiado impacto sobre los precios en mostrador). La ganadería está viva.
NEGOCIO LECHERO
Se está armando una tormenta perfecta para la lechería. En la época de menor producción (invierno) y con una sequía importante en varias regiones, los precios suben a un ritmo levemente superior al 53% anual, muy por debajo de la inflación y la suba de costos. El precio Siglea que refleja lo sucedido en el mes de junio se ubicó en 47,81 $/litro (647,56 $/kilo de sólido) que presenta una suba del 5% respecto a mayo. Para julio se espera otro aumento del 5%. Como solemos decir, con un precio de 0,37 u$s/litro el negocio debería ser muy atractivo, pero este valor resulta artificial ante el escenario de atraso cambiario (el precio en dólares reales está en el orden de 0,15 u$s/litro). Si bien el valor del maíz ha bajado generando leve reducción en este costo de alimentación, el resto de los costos directos e indirectos siguen en alza a un ritmo muy superior al del aumento de precios, potenciados por la mayor necesidad de usar suplementos por la menor producción de forraje debido a la falta de lluvias y a una importante seguidilla de heladas. A nivel internacional, la leche en polvo entera se ubica en los 3750 u$s/tonelada, que representa una caída del 5% respecto al mes anterior. Las exportaciones argentinas, si bien no han crecido en volumen respecto al año 2021, representan cerca del 30% del total producido, con un mercado interno que se sostiene con esfuerzo pero sin gran capacidad de absorber el aumento de precios en mostrador. Luces amarillas y revisión de estrategias de corto plazo. Es sabido que en escenarios macroeconómicos como los actuales, muchos dueños de tambo se cuestionan sobre la continuidad del negocio. Malo para el agro, malo para el empleo, malo para el país.
Fuente: Zorraquin + Meneses y Asociados
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