Muchísimas gracias a la AAEF por haberme convocado, y especialmente a Maria Vázquez y Alberto Mastandrea por su gentileza. Tuve oportunidad de exponer por primera vez, muy esquemáticamente, una crítica al federalismo argentino, como sistema que no ha servido adecuadamente para lograr el Bien Común de nuestra patria, y cuyos títulos para regirnos son, como mínimo, cuestionables desde el punto de vista histórico, filosófico y sociológico. Desde el punto de vista tributario, el consenso es amplio al señalar el carácter fallido del federalismo fiscal argentino; sin embargo, se suele proponer «más federalismo» para solucionar esos problemas. Mi propuesta va en contra de esa línea; o bien viramos hacia un régimen de unidad con fuerte (y planificada) descentralización de funciones y recursos, moderada bajo el principio de subsidiariedad (tal como funcionan la mayoría de los países del mundo, que no son federales y por ello no dejan de ser democráticos ni libres, ni prósperos), o bien acudimos al plan original y vigente de nuestra Constitución Nacional, que es el de un federalismo genuino y responsable con separación de fuentes tributarias, donde cada Provincia debe gestionar por sí misma la ecuación de ingresos, gastos y servicios públicos, sin excluir eventuales ayudas excepcionales y moderadas, pero también cumpliendo estrictamente un régimen de responsabilidad fiscal, y eliminando el actual régimen de coparticipación que contradice la esencia del federalismo, pues permite a una gran cantidad de Provincias vivir a costillas de otras, perpetuando una situación que contradice la tan proclamada «solidaridad federal». Mi convicción es que el actual art. 75 inc. 2 de la CN es de imposible cumplimiento (por ello debería abrogarse), no tanto por las dudas que existen acerca de los requisitos para su aprobación, sino por el hecho de que son demasiadas las Provincias que hoy retiran del sistema mucho más de lo que ingresan. Hace falta una revolución cultural y constitucional, pero sobre todo social, porque si la ciudadanía comprende que el actual sistema fallido es responsable de buena parte de nuestros males, exigirá su modificación. Los sistemas son medios (no fines) para lograr el Bien Común, y no puede haber dogmas constitucionales intocables ni «vacas sagradas» cuando arrecia la pobreza y la desigualdad de oportunidades, al tiempo que se exacerba la presión fiscal de Provincias y Municipios.
(*) Dr. Álvaro C. Luna Requena
Socio Fundador at Luna Requena Abogados Tributaristas
Exposicion AAEF