En la zona núcleo, quienes siembren el cereal deberán, además de conocer la cantidad de agua almacenada en sus lotes, tener en cuenta que el cultivo será un poco más dependiente de las lluvias de invierno, época que normalmente es seca
Ante un escenario económico y financiero de crisis, donde el productor agropecuario de la zona núcleo necesita obtener ingresos rápidamente, la siembra de cultivos de invierno, especialmente trigo, adquiere una importancia destacada.
Hace un mes, pese a que las necesidades financieras no pueden esperar hasta el otoño del año que viene, la falta de humedad en los suelos prácticamente descartaba la posibilidad de sembrar trigo. Pero ahora, transitando la fecha óptima para su siembra, la situación parece haber cambiado y las expectativas de siembra aumentaron aún con riesgos sin resolver.
Siguiendo la evolución del agua útil del suelo, que es el agua disponible para que las plantas desarrollen sus funciones vitales, hasta los primeros días de mayo se podía determinar que la cantidad acumulada no superaba el 20% de la capacidad de almacenaje de los suelos en la zona núcleo del país, razón por la cual prácticamente no se hablaba de siembra de trigo a menos que se produjeran abundantes precipitaciones en el corto plazo.
En los análisis de agua útil hechos en ese momento se observaba un resultado promedio de 35 milímetros (mm) de agua útil desde la superficie hasta los 2 metros de profundidad, que es hasta donde pueden llegar a explorar las raíces del cultivo. Con un rango de 19 a 55 mm y una distribución que mostraba humedad solo en los 60 centímetros superiores del perfil, por debajo de esta profundidad el suelo estaba seco.
Pero durante el mes de mayo empezó a llover, en varias oportunidades, terminando con precipitaciones acumuladas que en algunas zonas hasta duplicaron el promedio histórico registrado para ese mes (65 mm). Estas lluvias, que se produjeron con baja intensidad, permitieron que el agua infiltrara muy bien al perfil del suelo.
Al evaluar nuevamente los ambientes, se constató un incremento en el porcentaje de agua útil, que ahora alcanza valores superiores al 30% e incluso llega al 40%. Además, el horizonte húmedo se ha desplazado a una mayor profundidad, de 30 a 50 cm más abajo de lo que se encontraba.
Situación
En la actualidad, los suelos cuentan con aproximadamente 80 a 140 mm de agua útil almacenada en dos metros de suelo. Principalmente concentrada en el primer metro, si bien con el transcurso de los días la humedad se extenderá a capas más profundas del suelo.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, considerando que el cultivo de trigo requiere más de 450 mm de agua durante su ciclo para apuntar a rendimientos que generen un retorno económico suficientemente rentable como para justificar su implantación, y que además se consumirá agua que si no se recarga, escaseará para el cultivo de verano, se puede determinar que en el mejor de los casos hoy estarían cubiertos un 30% del total de las necesidades: sí, un 30%.
Con las recientes lluvias, se aprecia un entorno verde y atractivo, incluso hay ambientes donde se deberá lidiar con el barro y esperar a que el suelo se seque un poco para poder realizar una buena siembra. Esta humedad permitirá realizar una siembra e implantación de calidad, pero sigue habiendo escasez de agua almacenada. Se deberá tener en cuenta que, pasando la profundidad de un metro, el suelo sigue seco y a menos que se produzcan nuevas precipitaciones, se cubrirán los requerimientos hídricos del cultivo durante junio e incluso gran parte de julio. Para agosto/septiembre, será crucial contar con lluvias que recarguen el perfil.
Si bien las perspectivas climáticas pronostican una campaña Niño o neutro y una primavera con lluvias por encima o iguales a la media, y que todos los casos son particulares, quienes siembren un cultivo de invierno este año deberán, además de conocer la cantidad de agua almacenada en sus lotes, tener en cuenta que el cultivo será un poco más dependiente de las lluvias de invierno, época que normalmente es seca. O sea, tendrán la necesidad de que las de primavera, cuando el cultivo porfíe con sus mayores demandas, lleguen sin demoras.
Fuente: Lanacion.com