A 40 años de la vuelta de la democracia, con una macroeconomía totalmente inestable y los peores salarios en dólares en casi 3 décadas, los argentinos se dieron un nuevo gobierno en paz. Puede parecer una vara muy baja, pero no es poco. El mandato social de cambio parece ser contundente, por lo pronto es […]
A 40 años de la vuelta de la democracia, con una macroeconomía totalmente inestable y los peores salarios en dólares en casi 3 décadas, los argentinos se dieron un nuevo gobierno en paz. Puede parecer una vara muy baja, pero no es poco. El mandato social de cambio parece ser contundente, por lo pronto es pulverizar la inflación y retomar la senda del crecimiento económico. Milei, por su parte, gana elecciones enunciando a viva voz cómo resolverá ambos problemas: reducción del gasto público (motosierra) y control de la emisión (dinamitar el Banco Central). No explicó detalles y ni siquiera pasó una semana de su victoria. Paciencia.
El agro por su parte es el gigante dormido. En 4 años el kirchnerismo repuso todas las herramientas que desalientan su crecimiento: suba de retenciones y cupos de exportación. Por otro lado, generó un nuevo elemento de transferencias de ingresos de la ruralidad exportadora a los importadores que es la brecha cambiaria. Cuando la economía se estabilice y los productores tengan una previsibilidad razonable sobre los ingresos que tendrán al comercializar sus productos, incrementará significativamente la inversión.
La principal área rezagada es el paquete tecnológico integral dentro del lote: el productor sembró las últimas campañas en modo defensivo, limitando el consumo de fertilizantes sintéticos y frenando la adopción de gestión de la nutrición mediante inoculantes y microfertilizantes. Otras tecnologías como nuevas variedades también sufrieron la erosión de la rentabilidad. El paso siguiente será la renovación del parque de maquinaria en tándem con la adopción de las AgTech para elevar el rendimiento en el lote.
En paralelo, el real precio lleno estimulará la puesta en producción de áreas que hoy no ofrecen rentabilidad calculadas en alrededor de 4 millones de hectáreas, un crecimiento del área física para la agricultura extensiva de aproximadamente un 15% que en doble cultivo implicará casi un 20% adicional. La expansión del área tan ansiada deberá hacerse siguiendo los criterios que empiezan a imponer nuestros compradores globales, el AgTech garantizando la trazabilidad de los productos asegurando que no vienen de áreas deforestadas será un paso fundamental.
El proceso no se detendrá en una ampliación del área sembrada, también implicará mejorar la productividad de cada lote: se estima que existen alrededor de 6 millones de hectáreas con potencial para riego en Argentina, una infraestructura largamente demorada que ante el fenómeno del cambio climático se vuelve cada vez más necesaria.
El volumen de recursos invertidos a su vez generará un mercado amplio de seguros para cobertura de riesgo, lo que a su vez transformará a los productores agropecuarios en sujetos más solventes para el sistema financiero, lo que elevará los recursos disponibles para invertir.
El shock de inversión puede ser monumental y dejar al país arriba de las 210 millones de toneladas de granos y con un monumental crecimiento en la producción de todas las proteínas animales y un salto cualitativo en la producción forestal. Las exportaciones del sistema de agronegocios en el lapso de una década podrían crecer un 50% frente a 2021, llegando estas a ser anualmente de 60 mil millones de dólares. El espectacular movimiento económico generado ligado a los servicios de apoyo de los agronegocios (sobre todo logísticos y financieros) revitalizará fuertemente a las ciudades rurales del interior, que demandarán infraestructura física y social: rutas en doble mano y agua potable, hoteles para los que realicen más viajes de negocios y nuevos espacios de recreación como clubes deportivos y teatros. Las escuelas secundarias producirán más egresados y ciudades como Tandil, Río Cuarto, Rafaela y Villa María deberán ampliar su oferta universitaria con todo lo que ello conlleva.
Sin embargo, la instrumentación de esa estabilización será todo menos sencilla y seguramente muy traumática. ¿Qué sucederá cuando el nuevo gobierno empiece a accionar los botones del tablero? El puente entre la Argentina que tenemos y la que queremos, cruza un mar de lava.
Por ahora soñemos, que no cuesta nada.
Autor: Iván Ordóñez
Fuente: Horizonteadigital.com